Un reciente estudio ha sacado a la luz que más de 329.000 refugiados en el mundo han recurrido al bitcoin (BTC) como un medio para salvaguardar y mover sus ahorros mientras escapan de conflictos y persecuciones. Este hallazgo refuerza el papel vital que está desempeñando la moneda digital, con su descentralización y portabilidad, como un recurso financiero indispensable en situaciones donde los sistemas bancarios convencionales se desmoronan o quedan inaccesibles.
El informe, que ha empleado un enfoque basado en datos derivados y suposiciones cuidadosas para llegar a sus conclusiones, anticipa que si las tendencias actuales de desplazamiento forzado y adopción de criptomonedas persisten, el número de refugiados que utilizan bitcoin podría aumentar a 7.5 millones para 2035. Este crecimiento potencial resalta la necesidad de que los legisladores y las organizaciones humanitarias entiendan y se adapten a este fenómeno emergente.
El estudio detalla que los refugiados, enfrentándose a la caída de los bancos locales, restricciones de capital y límites de retiro irrazonablemente bajos (como los 33 dólares diarios convertibles en grivna ucraniana durante la invasión de Ucrania), se ven obligados a recurrir al bitcoin. Esta opción les permite sortear estos obstáculos.
Los refugiados pueden transportar sus ahorros de forma segura y discreta, a veces solo necesitan recordar una frase semilla. De esta manera, pueden cruzar fronteras sin temor a que sus ahorros sean confiscados, lo que les permite acceder a fondos para comprar alimentos, transporte o comenzar una nueva vida.
A diferencia de programas que utilizan stablecoins (como USDC) que requieren intermediarios y pueden ser congelados, bitcoin funciona de manera directa o peer-to-peer. El estudio no encontró evidencia de refugiados que usen stablecoins de forma autónoma para huir de zonas de conflicto.
En definitiva, con bitcoin, los refugiados pueden llegar a su destino con sus propios recursos, lo que acelera su integración, reduce la presión financiera sobre los países anfitriones y mantiene su autonomía y dignidad.
El informe cita casos reales que ilustran la eficacia del bitcoin en situaciones extremas. Por ejemplo, la historia de Fadey, un joven ucraniano que huyó a Polonia con 2.000 dólares en bitcoin en un monedero físico. Su experiencia demuestra cómo la moneda digital se convirtió en su única opción para acceder a dinero.
También se menciona el caso de Yusef Mahmoud, un taxista que inició una campaña de ayuda en Gaza para recaudar fondos en bitcoin con el objetivo de proporcionar alimentos y agua a familias afectadas por el bloqueo. Su caso muestra la eficacia del bitcoin cuando los canales bancarios internacionales no son una opción.
En respuesta a los beneficios que ofrece el bitcoin, el estudio hace un llamado a los responsables políticos para que reconozcan el papel humanitario de la moneda digital creada por Satoshi Nakamoto.
El informe propone tres recomendaciones clave: proporcionar claridad sobre las protecciones legales para evitar la confiscación de los ahorros de los refugiados, regular su uso ilícito sin cerrar este vital canal de ayuda, y fomentar una adopción segura a través de formación y herramientas accesibles.
En conclusión, el estudio pone de manifiesto el papel de bitcoin como un instrumento de resistencia que ya está empoderando a miles de las personas más vulnerables del planeta. En una época de desplazamiento masivo, la frase “sólo lleva lo que puedes cargar” adquiere un nuevo significado, porque a veces lo más valioso es lo que se lleva en la memoria.


